Partido
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        Grupo, social, económico o político que agrupa a personas que se aglutinan por intereses comunes o por ideologías sociales que permiten gobernar la sociedad desde un programa que no todos aceptan en la sociedad.
   El gobierno en las sociedades democráticas apenas se puede hacer con aceptación uniforme de todos los gobernados. Las fórmulas democráticas exigen respeto a la opinión mayoritaria, salvo en aquellas cuestiones que no respetan la conciencia o los derechos de las mino­rías y, en consecuencia, alteran gravemente la convivencia.
   Pero en la mayor parte de las cuestiones económicas, culturales o sociales, el peso de la mayoría debe ser la norma de conducta. El sistema de partidos, o grupos de acción y de opinión, se impone en la sociedad moderna como salvaguarda de la democracia. Pero encierra tam­bién el riesgo de los engaños y mani­pulaciones, cuando los dirigentes de esos partidos no son honestos.
   Por lo tanto, hay que recordar que los partidos, con sus mecanismos de infor­ma­ción, de persuasión, de imposición pueden rozar los terrenos religiosos y espirituales y engañar respecto a los programas propuestos a la hora de las públicas confrontaciones electorales.
   Por eso el ciudadano tiene obligación de conocer los programas políticos en lo fundamental. El creyente tiene además el deber de informarse de las propuestas partidistas en aquellos puntos éticos y religiosos que le afectan. Y debe cerciorarse luego del grado de cumpli­miento de lo prometido en las campañas. No puede apoyar en conciencia a los partidos que atentan gravemente contra los derechos de la Iglesia o del hombre.
  Tampoco puede aceptar cualquier planteamiento injusto con respecto a las demás confesiones y que se apoye en medidas que violen los derechos humanos, como sería la libertad de conciencia o la posibilidad de los padres de elegir la educación que desean para sus hijos.
   Si debe hacer lo posible para que triunfen las opciones políticas que más respetan los valores espirituales y morales, también debe mantenerse vigilante ante el posterior cumplimiento, sobre todo en ambientes o países en los que es frecuente el incumplimiento de los deberes contraídos ante los ciudadanos que los votaron.
   En las actividades educativas y en el campo de la formación cristiana y religiosa no es "meterse en política" el instruir al creyente sobre los puntos programáticos de cada partido y aconsejar cuál de ellos ofrece proyectos y legislaciones más conformes con los valores éticos y religiosos.