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Ladrón, y con frecuencia asesino, que actúa en el mar, sólo o asociado con otros marineros, los cuales se hacen dueños de un barco y actúan desde él. Con frecuencia la figura del pirata se ha ensalzado, sobre todo en el romanticismo, como héroe, valiente, decidido y amante de la libertad (como hace Espronceda en la "Canción del pirata").
La historia ha sido también generosa con estos bandidos y sus atropellos, desde los pactos de los griegos con los piratas de Chipre, nido famoso de tales ladrones, y desde los acuerdos de reinos cristianos, como en el caso de Venecia, con berberiscos dedicados a coger cautivos en el mar. Indignante es el encumbramiento de algunos famosos, como Francis Drake en el siglo XVII, armado caballero por la Reina Isabel de Inglaterra en premio a sus asaltos a galeotes españoles.
Sin embargo, es una aberración ética ensalzar la fiereza y confundirla con la valentía, identificar la crueldad con la fortaleza, mirar la marginación de la ley y de la justicia con la libertad del mar.
La piratería, antigua y moderna, ha sido uno de esos campos en donde se han producido más aberraciones y que se prestan a una reflexión moral y pedagógica muy formativa.
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