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Literalmente significa espíritu, aire, soplo, aliento. Pero ya en el Antiguo Testamento se empleó para definir el Espíritu de Dios, con la forma equivalente hebrea "ruhah", que los LXX tradujeron por "pneuma".
El concepto de "inspiración", que se le atribuye, parece también tener un origen griego, en cuanto la pitonisa de Delos, mensajera de Apolo, recibía la inspiración por la emanación o espíritu que salía de una grieta terrestre que la hacía entrar en trance y emitir sonidos que se interpretaban como oráculos de la divinidad, y que los intérpretes o los sacerdotes convertían en hábiles mensajes para su propio beneficio.
En el Nuevo Testamento es asombrosa la abundancia de veces que se usa este término. Son casi 500 los textos en que aparece en los libros que forman la Biblia.
- La mayor parte de las veces se alude con este término al concepto helenístico de espíritu, de alma, de impulso, de misteriosa influencia de lo divino en lo humano y en lo terreno.
- En 90 textos se hace referencia a Espíritu Santo (Pneuma agion). Pero son otras 110 veces las que se emplea el termino solo (Pneuma), en alusión al Espíritu divino en forma personal y activa, clara y explícita.
- Y también hay multitud de otras referencias con el mismo término, detrás de cuya interpretación están ideas de vida, fuerza, energía, inspiración, idea, inteligencia, estilo, habilidad. En este sentido se traduce la idea de espíritu como forma interior que provoca la acción exterior.
Es fácil entender pues, que es término polivalente y prolífico en referencias espirituales, no solamente divina, sino también humana. Ello demuestra el valor que el misterio suprasesonrial circula en las páginas de la Escritura, más allá del concepto griego de “psije”, que hace referencia más concreta a mente, inteligencia, razón o pensamiento.
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