Poema
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  Composición literaria que responde a las normas, usos y formas de la poesía. Como poesía es creación (poieo, crear en griego). El poema sólo tiene una estructura básica, que es la creatividad. Y puede realizarse en diversas formas, extensión, contenido y expresión.

    El común denominador de todos los poemas, desde la letrilla a la elegía, des­de el pareado a la epopeya, desde el soneto a la oda, es la belleza expresiva. Y ésta sólo se consigue con el ritmo y la rima. El ritmo es el juego hábil de las sílabas tónicas y de las átonas en la confi­guración de las frases. La rima es la sonoridad en las terminaciones de las frases, la cual  se obtiene reproduciendo rítmicamente conclusiones similares que producen cierta alegría verbal gratificante con los sonidos finales.
    Esencia estética del poema es el ritmo, al mismo tiempo que la "sorpresa” de su originalidad, la sonoridad y la significación clara o insinuante de lo que se va diciendo. Dudoso es si, para que haya poesía, es precisa también la rima. Los que niegan esa necesidad se interesan por las diferencias entre verso y poesía y niegan que haya poesía no versificada. Pero la mayor parte de los creadores y de los recitadores (poetas y rapsodas) admiten géneros poéticos no versificados, es decir prosa poética.
    Los poemas abarcan todos los temas y mensajes de que es capaz la mente humana, es decir sus campos de acción son inmensos: patrióticos, morales, religiosos, sociales, festivos, amorosos, filosóficos, etc. Es tradicional clasificarlos en líricos (sentimientos), épicos (acciones) y dramáticos (representaciones).
    Los religiosos han constituido en la Historia de la Literatura un terreno muy extenso al haberse cultivado la religiosidad mucho más en tiempos pasados y en todos los pueblos, mucho más desde luego que en los tiempos actuales que se caracterizan por el secularismo, la laicidad y la atonía espiritual en las relaciones sociales.
    Por eso es innegable, al igual que acontece en la pintura, en la música, en todas las artes, que hay un acervo ingen­te de poemas religiosos en todos los autores y épocas. Si es un lenguaje histórico, conviene usarlo como base de una correcta instrucción e incluso como un lenguaje hermoso para la formación de los sentimientos religiosos. Quien, con el pretexto de no ser creyente o de ser radicalmente laico, no descu­bre o no saborea la pintura religiosa, se cierra la mente a las maravillas producidas por los grandes creadores a lo largo de la Histo­ria. Y quien hace lo mismo con la poesía religiosa se priva de verdaderas maravillas que adornan la trayectoria literaria de los pueblos y de las verdaderas mentes creadoras.