Poligenismo
       [272]

 
   
 

        Doctrina que admite la pluralidad de parejas iniciales, de las cuales se derivaron los distintos grupos del género humano. No es ningún tema religioso, sino una simple cuestión científica que debe resolverse a favor o en contra sólo con argumentos científicos. En este orden hay defensores que lo defienden como mejor medio de explicar las diferencias de las razas y de los diversos troncos prehumanos que se conocen. Y hay también detractores que no entienden cómo se pueden salvar la igualdad radical de todos los hombres, si los troncos de procedencia son diferentes y distantes. 
   Sea de ello lo que sea en la ciencia, en lo referente a la postura de la Iglesia en este campo hay cierta duda. Si por una parte hubo tiempo en que la teoría se rechazó como incompatible con la doctrina del pecado original, hoy son diversos los teólogos que no condicionan al monogenismo la doctrina dogmática cristiana del pecado original.
   El poligenismo fue rechazado como compatible con la visión cristiana del hombre pecador original por Pío XII en la Encíclica Humani Generis de 1950, sólo "porque no se ve cómo puede hacerse compatible tal teo­ría con el misterio y dogma del pecado original" (Denz. 3028). Otra cosa será si resulta compatible.
   Con todo, aunque la actitud de la Igle­sia haya sido siempre propensa a defender el monogenismo, no es un dogma de fe definido o zanjado y puede ser objeto de reflexión. Quienes lo defiendan deben salvar la realidad de un pecado original, sin evadirse por metáforas y leyendas y defendiendo una doctrina claramente revelada que es la situación pecaminosa del hombre desde el principio y la necesidad de una redención divina, que fue realizada por la Encarnación del Hijo de Dios y su posterior muerte salvadora.
   En la actualidad, en una interpretación menos "generativa y carnal" del misterio del pecado original, hay teólogos que resaltan el carácter misterioso de tal situación y, admitiendo su realidad por motivos dogmáticos, abren la posibilidad de explicar la pluralidad de troncos originales, sin que en el terreno científico sea una hipótesis verificable. (Ver Antropología cristia­na 1.1)