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Se alude con esta expresión a las últimas (postreras) realidades que le esperan al hombre. Son acontecimientos escatológicos, es decir en la frontera entre el más acá y el más allá.
Los catecismos antiguos, como el Astete, llamaban novísimos o postrimerías a cuatro ideas básicas de forma simplificada: muerte, juicio, infierno y gloria. El "Catecismo de la Iglesia católica" recuerda que el final de la "vida presente" y el comienzo de la "vida futura", que es eterna, tiene que ver con otras realidades: fin del mundo, resurrección de los hombres, purgatorio, encuentro con Dios, triunfo y glorificación de Cristo, unión eterna con Dios y los santos. (Nº 988 a 1050).
En la ascética tradicional, y desde los primeros tiempos cristianos, se consideraban "verdades eternas", pues hacen pensar en la eternidad y ayudan a ordenar la vida presente en función de lo que será en el último momento el deseo del hombre y lo que significará el encuentro con Dios al comienzo de la eternidad.
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