Predestinacion
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     Misterio cristiano que alude a la previsión divina sobre la salvación humana. Es tema que inquietó a los hombres siempre y a los teólogos de forma particular. Y también es cuestión teológica que puede hacer reflexionar profundamente a los jóvenes.
   Dios conoce antes de que suceda todo lo que va a suceder. Dios sabe de cada hombre si se va a salvar o a condenar. ¿Cómo armonizar la ciencia divina, infinita y total, hasta llegar a conocer eso que está por venir y lo que  depende de la voluntad libre de los hombres? ¿Cómo hacer compatible el saber divino con la propia libertad actual del ser humano? A veces los jóvenes pueden interrogarse: “Si Dios lo sabe todo, sabe si me voy a salvar o a condenar. ¿Para qué, entonces, esforzarme en tratar de lograr la salvación?”

   1. Conceptos claros

   Es necesario que entendamos que el misterio de la predestinación es, según declaró el Concilio de Trento, "un profundo misterio, indescifrable mientras vivamos en este mundo". (Denz. 805)
Tal vez en el cielo lo entendamos, pero en este mundo es un interrogante insoluble, aunque podemos plantearnos unos postulados muy claros que se condensan en los siguientes:
    + Postulados por parte de Dios son:
        - Que Dios lo sabe todo. La ciencia divina previa a los he­chos es indiscutible a la luz de la naturaleza de Dios y de su infinita sabiduría
        - Dios sabe todo también si cada uno nos salvaremos o nos condenaremos.
        - Pero Dios quiere y querrá que todos los hombres se salven, aunque sepa que alguno no van a querer salvarse.
   + La libertad humana es dogma igualmente indiscutible en el mensaje cristiano:
        - Dios nos ha creado libres y capaces de optar. El que se salve será porque, con la gracia divina, quiere salvarse. El que se condene se condenará porque, a pesar de la gracia divina, quiso condenarse.
       - La salvación propia o condenación necesariamente tiene que ser un resulta­do de la propia libertad.
   + La compatibilidad entre esas dos realidades teológicas es posible, aunque misteriosa. Por eso no lo entenderemos nunca del todo. Dios quiere que todos  se salven. Dios sabe si cada uno querrá salvarse. Dios nos ha hecho libres y respeta nuestra libertad. Nos salvamos o condenamos no porque Dios lo sabe, sino que lo sabe porque noso­tros querremos condenarnos o salvarnos.
     No hay que confundir "predestinación" y "conocimiento previo divino" de lo que va a pasar. Predestinación es concepto activo: Dios salva y Dios condena: conocimiento es concepto pasivo: Dios sabe si habrá condenación o salvación. En el hombre es diferente querer y cono­cer. En Dios es la misma cosa porque es infinitamente simple.
     Pero, desde nuestra óptica humana, el que Dios lo sepa no quiere decir que Dios lo quiera. Dios no quiere que nadie se condene, pero ha hecho al ser inteligente libre porque ha querido misteriosamente hacerlo así.

    2. Explicaciones históricas

   + Intentos teológicos e históricos de explicación han existido diversos. Unos han sido condenados por la doctrina de la Iglesia como inaceptables.
   El Concilio de Trento condeno la doc­trina de Calvino, y en parte de Lutero, de que Dios salva y condena a los hombres sólo por su voluntad y no por los méritos o las acciones de los hombres. Calvino y los radicales postestantes defendieron la salvación o condenación "ante previsa merita", antes de tener en cuenta los méritos: Dios condena o salva, porque quiere, sin más.
   Y dejó claramente definida la voluntad salvífica de Dios y la libertad radical del hombre. Condenó claramente a aquéllos que sostengan que "la gra­cia de la justificación no se da sino sólo a los predestinados a la vida eterna y que los demás, aunque son llamados, no reciben la gracia por estar predestinados al mal por el poder divino" (Denz. 827).
     +  Entre los intentos católicos de clarificación están la doctrina de Báñez, dominico, defendida por muchos dominicos, y la doctrina de Molina, jesuita, defendida por muchos jesuitas.
      - Luis Molina (1535-1601, en sus obras como "Concordia entre el libro arbitrio y la gracia divina respecto a la divina presciencia y la predestinación", vino a decir las cosas claras a su manera. Dios conoce la libertad del hombre y la respeta. Sabe todo, pero deja al hombre libre. Con plena claridad hay que defender que Dios le deja al hombre actuar y espera a ver lo que su voluntad decide. Y nada determina sin la libre elección del hombre, pura y simplemente porque le ha hecho libre. Hemos de actuar como si Dios no supiera qué va a suceder.
   Y hemos de pedir la gracia para que nos inclinemos al bien y queramos salvarnos. Así de simple es la realidad.
      - Domingo Báñez (1528-1604), en la "Relección sobre el mérito y la caridad" y en sus "Comentarios sobre Sto. Tomás", enseña que Dios lo sabe y quiere todo.
  Como Ser Supremo no puede quedar marginado de las decisiones de las criaturas. Ha hecho al hombre libre, pero conoce todo lo que va a hacer, aunque no le fuerce a hacer lo que hace. Sabe si se va a salvar o condenar porque sabe lo que va a decidir.
  
    3. La aclaración

    En Teología, estas dos posturas son irreconciliables. Es misterio incomprensi­ble y no tiene aclaración. Pero pastoral y pedagógicamente hay que resaltar, al presentarlo, el efecto de la libertad y la conveniencia de obrar el bien
   Es dogma de fe que Dios nos da todas las gracias necesarias para ser salvados. Se preocupa por nosotros día y noche, cada instante de nuestra vida. Y está pendiente de cada hombre: de los buenos y de cada pecador para que se arrepienta y se salve.
   En la Escritura está claro ese deseo de Dios "Aunque sus pecados sean rojos, quedarán blancos como la nieve" (Is. 1. 18). Dios nos ha predestinado a nadie para la condenación. Al contrario ha creado a todos para la salvación. Es la "Voluntad Salvífica Universal de Dios" claramente enseñada por la Sda. Escritura "No quiere Dios la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva."  (1 Tim. 2. 4). Porque "Dios nos eligió desde antes de la crea­ción del mundo y determinó desde toda la eternidad que nosotros fuéramos sus hijos adoptivos" (Ef. 1, 4-5). Y también escribía San Pablo: "A los que de ante­mano conoció, también los destinó a ser como su Hijo, semejantes a El... Por eso, a los que eligió de antemano, tam­bién los llama, y cuando los llama los hace justos, y después de hacerlos jus­tos, les dará la glo­ria". (Rom. 8. 29-30).
   Es cierto lo que dice S. Pablo: "Por gracia de Dios habéis sido salvados, por medio de la fe. No tenéis mérito en este asunto: es un don de Dios" (Ef. 2, 8). "Es quien produce en vosotros tanto el querer como el actuar tratan­do de agradar­le." (Filip. 2. 13). Pero también es cierto lo que Jesús dijo: “¡Cuántas veces he querido acogeros como la gallina acoge a sus polluelos y no habéis querido vosotros!" (Mt. 23.37)
    En consecuencia, en la educación cristiana hay que hacer siempre un esfuerzo de claridad junto a otro de humildad, si se quiere educar convenientemente en este punto a los cristianos. El de claridad debe intentar dejar clara la voluntad salvadora de Dios y la realidad de la elección libre del hombre. En la humildad hay que dejar claro que nunca podemos entender la realidad de este misterio y por lo tanto que hemos de pedir a Dios que nos de su ayuda.