Preexistencianismo
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      Teoría defendida por algunos Padres y escritores cristianos antiguos de inspira­ción plató­nica. Pensaba que Dios creó las almas humanas, junto con los ánge­les, al principio del mundo: cuando dijo "Hágase la luz" (Gen. 1.3). Las conservó junto a sí, las enriqueció y las va enviando a cada cuerpo a medida que son generados por los padres.
    En su permanencia junto a El se llenaron de contenidos de sabiduría y por ello están cargadas de dones divinos que en este mundo hay que evocar (innatismo), a lo cual ayuda la luz divina que tenemos interiormente (iluminación)
    El eco platónico queda claro: mundo de la ideas, estancia de las almas, destierra en el cuerpo, conocimiento por reminiscencia. Y es conocida la enorme influencia que el platonismo, y su última forma con Plotino, tuvieron en los modos de hablar de los primeros escritores cristianos. Orígenes, en su "Periarjon" (1.3) lo insinúa y San Agustín lo presupone en otro sentido, pero también lo proclama con claridad.
    La Iglesia rechazó desde muy antiguo esa doctrina de la preexistencia de las almas. Contra Orígenes el patriarca Menna proclamó el 543 unos cánones o sentencias, que fueron confirmados por el Papa Virgilio (540-555). El primero de ellos decía: "Si alguno dice que las almas de los hombres preexisten, que fueron inteligentes y santas potencias y que se llenaron de la divina contemplación y luego se volvieron peores, por lo que se enfriaron en el amor de Dios y por castigo fueron arrojadas a los cuerpos, sea rechazado." (Denz. 203)

 El pensamiento de la Iglesia se centró siempre en la creación del alma en el mismo momento en que el cuerpo se constituye como humano. Si se da en el momento de la unión de las células seminales, masculina y femenina, o acontece más adelante no deja de ser un misterio, sin que doctrinalmente pueda afirmarse otra cosa que Dios crea cada alma a medida que va formándose cada cuerpo. Sin embargo, el planteamiento no deja de tener sus dificultades y cierta oscuridad, pues para Dios el concepto tiempo no cuenta y hay que entender su acción divina de manera diferente a como se da la acción humana.