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Los problemas son cuestiones, interrogantes e incógnitas que se presentan en toda vida humana, precisamente por ser racional y contar con libertad. Los animales nunca tienen problemas, sólo necesidades biológicas.
Determinados problemas han sido clásicos en la Historia de la Filosofía cristiana: problema del mal, problema de la libertad, problema de los cismas, problema de mil cosas más, etc.
Es bueno recordar que en determinadas edades, sobre todo en la adolescencia, el educando se interroga por los problemas que perturban su fe y su vida moral; sus intereses rozan la realidad de su vida con ciertos tintes polémicos.
El educador no debe caer en la trampa de plantear el mensaje moral o religioso como una serie de problemas a los que se deben buscar y aportar soluciones. El mensaje cristiano es un anuncio de salvación, no un conjunto de interrogantes que acucian o desconciertan. Sólo desde una firme confianza en el mensaje de Jesús se puede llegar a la fe, no desde el razonamiento. El razonar es bueno, pero insuficiente para asumir el misterio divino revelado y confiado a la Iglesia para que lo transmita a los hombres.
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