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Mujer que se dedicaba a la profecía, en sentido doble: o como iluminada por Dios y como tal aparece en la Biblia; o como pitonisa o enlace con los ídolos y, como tal, aparece como figura significativa en muchas religiones orientales.
María o Miryan, la hermana de Moisés, se presenta como profetisa (Ex. 15.20). Débora (Jue. 5.7) anima a la lucha como vidente de Dios. Julda, en tiempo de los Reyes (2 Rey. 22.14-20), es consultada. Noadya aparece (Neh. 6.14) como mujer vidente que se le opone a Nehemías. En algunos profetas (Ez. 13. 17-23) se amenaza a las mujeres que profetizan falsamente.
En el Nuevo Testamento aparece Ana la profetisa (Luc. 2.36), que anuncia maravillas sobre Jesús. Y se habla también de las cuatro hijas de Felipe, que eran profetisas (Hech. 21.9). Y, para terminar, en el Apocalipsis se cita a la profetisa Yezabel (Ap. 2.20).
Por lo tanto en Israel antiguo y en el nuevo hay lugar para la profecía femenina, a juzgar por estos destellos. Y la profecía era dignidad, contacto con Dios, misterio celeste.
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