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Deseo de lograr la benevolencia de alguien, humano o divino, mediante acciones que se consideran agradables. Se espera con ellas que el "homenajeado" sea propicio en sus dones, en su benevolencia y protección.
Los sacrificios propiciatorios y las plegarias en este sentido fueron frecuentes en todas las religiones antiguas y también lo fueron en el antiguo Israel.
Respondía al temor del castigo por parte de los dioses, o de los espíritus, al no tributarles el culto debido o por no comportarse adecuadamente a su respecto. En el contexto propiciatorio se sitúan los actos cultuales relacionados con la petición de perdón, mediante los cuales el hombre, que se siente culpable y pecador, sabe pedir con humildad perdón de sus acciones malas y sabe prometer no volver a cometerlas.
Por eso tales acciones y disposiciones propiciatorias fueron más propias del Antiguo Testamento, por el temor a la divinidad, que del Nuevo, donde se cultivó el amor, la confianza y la adoración. Pero se mantienen en todos los tiempos, ya que es tendencia natural en el hombre, si se es normal, el querer agradar a los demás y proyectar espontáneamente esa actitud antropomórfica hacia Dios.
Por eso es bueno y conveniente en la educación de la religiosidad el cultivar tal actitud: pedir perdón, expiar los pecados, hacer ofrendas para agradar a Dios.
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