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Dolor psicológico que se mantiene durante cierto tiempo y que puede ser motivado por neurastenia o por psicosis. A veces se ha querido identificar el dolor de los pecados o el arrepentimiento con estados puramente piscosomáticos, lo cual es confundir lo sobrenatural con lo natural. No cabe duda de que lo afectivo influye mucho en lo espiritual, ya que el ser humano es uno y en él no hay compartimentos estancos.
Pero desde la razón, no es difícil diferenciar y discernir lo que corresponde a la naturaleza y lo que es espiritual. Esto se logra con la reflexión y, cuando las propias luces no son suficientes, con la ayuda de personas entendidas y desinteresadas. Esta es la función esencial de la dirección espiritual, más que la de proporcionar consuelos y desahogos a los dirigidos.
Por eso se debe entender con claridad que el dolor de los pecados es una actitud de la persona que implica rechazo del pecado propio o ajeno en cuanto ofende a Dios. Ese dolor se manifiesta por la decisión de cambiar de vida y no sólo por la compunción o angustia. Ese dolor no tiene por que ir teñido de sufrimiento físico o psicológico. Es un sufrimiento moral y espiritual. La psicalgia, pues, no es sufrimiento espiritual, sino psicológico y natural. El dolor psicológico viene de la naturaleza. El espiritual es un don de Dios, por eso es profundo, misterioso y sobrenatural.
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