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Especie de ángel que se caracteriza en la piedad cristiana por expresar ardientemente el amor a Dios y la bendición a Dios (Que'rub, bendición a Dios). En castellano es diminutivo de querube y tradicionalmente se asocia la figura a la idea de adoración. Al menos como adoradores aparecen las veces que se les nombra en el Antiguo Testamento: Gn. 3.24; Ex. 25. 18 y 20-22; Num. 7. 89; 2 Rey. 9.15; Ex. 41.18.
En el Nuevo Testamento el término aparece en Hebr. 9.5, al describir el tabernáculo en el que reside la divinidad.
Es interesante constatar que en la Biblia se habla por primera vez de esta figura en el relato del Paraíso, guardado por un querubín al ser expulsados de él los hombres pecadores. (Gen. 3. 24). Pero después se cita a los querubines con frecuencia, sobre todo en contextos proféticos y culticos, como si tuvieran una misión singular de relación adoradora y de presencia en los sacrificios.
También es bueno recordar a este propósito que la piedad cristiana atribuye a los querubines un sentido de cercanía a la divinidad, al igual que a los serafines. A los primero para adorar y ser modelos de respeto, a los segundo como modelos del abrasarse en el amor. Pero entre ambos apenas si se pueden formular distinciones reales.
Así lo entendieron los artistas, al reflejar figuras del Apocalipsis y recoger siluetas juveniles, sutiles, voladoras y con alas cubriéndose el rostro, como signo de respeto y de ardoroso amor.
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