Radio
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   Aunque todos los grandes inventos deben su aparición y empleo útil a una cadena larga de aportaciones científicas y de afortunados descubrimientos (Maxwell, en 1873, con sus ondas electromagnéticas, Hertz en 1887 con sus transmisiones, Branly en 1890 con su detector de ondas, Popov en 1890 con la antena receptora), se le considera a Guillermo Marconi (1874-1937) el que 1897 logro la primera transmisión de men­sajes a distancia significativa (el Canal de la Mancha) por medio de las ondas electromagnéticas.
   Desde entonces, la radio, o radioemisión y radio difusión, se ha convertido en un instrumento, lenguaje y cauce primordiales en las comu­nicaciones humanas, tanto en su vertiente técnica de progresiva mejora de instrumentos emisores y receptores como en la organización de sistemas, redes, cadenas o empresas basadas en esta actividad.
   A lo largo del siglo XX se ha transfor­mado en diversas formas y al­cances en una plataforma humana simi­lar a lo que fue en el siglo XIX la prensa diaria o periódica y lo que serán en el XXI las redes informáticas. Ni siquiera la Televisión o las comunicaciones "net" de la interinformática han logrado desplazar su importancia y su influen­cia.
   Las emisoras, o empresas que se dedican a emitir mensajes (programa, entrevistas, avisos), se sostienen con las aportaciones de los anuncios y ofertas comerciales o con los apoyos de los poderes públicos. La capacidad de difusión varía según las condiciones técni­cas de cada emisora y con las estructuras personales y comerciales en que se apoyan, pudiendo ir desde el alcance mundial hasta el más modesto, cercano y familiar de una comunidad.
    Las emisiones o emisoras de contenido religioso o de significación educativa de amplio alcance o de cercano suponen unas condiciones y unos recursos. Pero son tan importantes y efectivas, sobre todo desde la difusión mundial y asequibilidad general de los transistores, que todas las corrientes, confesiones religiosas, grupos políticos, empresas comerciales, quieren contar con ese recurso para llegar a los receptores de los que, con sólo conectar, se relacionan con los emisores y perciben sus programas.
    Como instrumento se presta para ser usado con mejor o peor fortuna y para convertirlo en el "púlpito de los tiempos nuevos", ya que su conexión se ha hecho masivamente asequible en todas las culturas y hasta los más recónditos luga­res del mundo.
    Los agentes pastorales deben darla la importancia que se merece y dedicar recursos y energías a una oferta verbal que hoy resulta insustituible para la difusión de los mensajes religiosos.