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Exposición a un peligro. En proporción a la naturaleza del peligro y a la necesidad de exponerse a las consecuencias de que llegue se halla el juicio moral que el riesgo merece o la naturaleza del deber de exponerse.
Es por lo tanto la virtud de la prudencia la que debe determinar, para sí o para los demás, la ética del riesgo. Y es el recto juicio, sólo posible si se han formado buenos criterios y si se reflexiona adecuadamente en cada caso, lo que permitirá valorar el significado ético del riesgo y sus posibles consecuencias.
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