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           Petición que se hace a Dios por medio de  los santos, solicitado un beneficio concreto: protección ante la peste, liberación  de una calamidad, lluvia para los campos, etc. 
   Las procesiones de rogativas parecen provenir  desde la primera etapa de la Edad Media, cuando se hacían rogativas mediante la  invocación de los santos, cantando o rezando determinadas plegarias  repetitivas y reemplazando a las "robigalia" que hacían los paganos  a determinadas divinidades. Gregorio Magno (+ 604) ya reglamentó este tipo de  plegarias para que no fueran festivas y sí penitenciales. Diversos concilios  locales las regularon a lo largo del siglo VI, precisando tiempos, formas y  tipo de plegarias: V de Orleans en 511, Gerona en 517, VI de Toledo en 638. 
      Aunque en  desuso después el Vaticano II, siguen siendo una devoción milenaria de la  Iglesia y se prestan a renovación del fervor y a referir al cielo a los  creyentes en los tiempos de dificutad       
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