Ruiz.
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         Apellido o denominativo castellano, de frecuente uso ya que son muchos los personajes que como nombre propio (Ruy) o como apellido (Ruiz) se han amparado en él. Algunos son los siguientes

  - Ruiz Amado. Ramón (1861-1934). Jesuita pedagogo y erudito, natural de Gerona. Doctor en Derecho y de cultura enorme, dirigió la revista "Educación Hispanoamericana" por él mismo fundada. Entre sus mejores obras figura la "Historia de la educación y de la pedagogía", "La educación moral", "Educación de la castidad", "Educación religiosa", y "Enciclopedia manual de la Pedagogía y de las Ciencias auxiliares".
    
   - Ruiz de Alarcón. Juan (1580-1639). Dramaturgo de primer orden, nacido en México, fallecido en Madrid. Estudió en México y pasó a España en 1600.
   Incom­prendido como persona y siempre en aprietos, sus obras fueron magníficas y le dieron con el tiempo el cuarto puesto del siglo de oro (sólo Quevedo, Lope de Vega y Tirso quedaron algo por encima de él).
   Sus dificultades fueron muchas hasta que fue abriéndose camino y curiosa­mente fue criticado amargamente incluso por personas tan serenas como Tirso de Molina, tal vez por ser extranjero.
   Sus obras "Los favores del mundo", "La industria y la suerte", "La cueva de Salamanca", "No hay mal que por bien no vengan" dicen por su meros títulos todo lo que fue este genial mexicano.

   - Ruiz. Juan. (1283-1350). Fue el nombre del Arcipreste de Hita, clérigo libertino y tabernario, según Menéndez Pelayo. Pero no por ello fue menos importante como versificador hábil y como figura señera en la literatura castellana, además de ser testigo interesante del estilo de vida y del am­biente que en su tiempo se respiraba. Así lo dejó consig­na­do en su "Libro del buen amor", título que puso Menéndez Pidal a estas com­posiciones poé­ticas del singular autor-protagonista, y en cual es difícil discernir que se dice como fruto de experiencia personal o qué es ficción literaria o género fingido de audacias divertidas.

  - Ruiz Montoya. Diego (1562-1632). Jesuita, docente en Baeza, Granada y Córdoba. Fue predicador admirable y moralista reputado. Entre sus obras escritas puede destacarse "De la Voluntad de Dios y de los propios actos", "Disputas sobre la primera parte de la Suma Teoló­gica", y "De la predestinación y de la reprobación de los ángeles y de los hombres", además de su catecismo hermoso y clarísimo titulado "La doctrina cristiana" que mandó imprimir el Obispo de Córdoba.