Sábado
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    En hebreo "sabbath" significa cesar, descansar. Fue el nombre que se impuso desde el primitivo judaísmo para el descanso semanal que adquirió un carácter sagrado y fue motivo de muchas tradiciones. El recuerdo y la sacralidad del sábado se asociaron desde el comienzo al des­canso de Dios al crear el mundo. "Pues en seis días hizo Yahvé el cielo y la tierra,... y el séptimo descansó; por eso bendijo Yahvé el día del sábado y lo santificó". (Ex. 20. 11; 31. 17)
    En el Antiguo Testamento se consideró como día de descanso sagrado de Yahvé (Ex. 16. 23; 21. 15; Dt. 5. 14). Todo tipo de trabajo quedó prohibido a los judíos y a los extranjeros y a los animales (Ex. 20. 8-10; 31. 13-17; Dt. 5, 12-14). Era un signo de dependencia total al Creador.
    Se prohibía cocinar (Ex. 16. 23); recoger maná (Ex. 16. 26); sem­brar y segar (Ex. 34. 21); recoger leña (Num. 15, 32); llevar cargas (Jer. 17, 21-22); pisar uvas, acarrear haces de trigo. (Neh. 13. 15); vender (Neh. 13. 15). El mismo Señor fue el que instituyó el sentido sagrado del sábado. "Di a los israelitas: No dejéis de guardar mis sábados, porque el sábado es una señal entre mí y vosotros, de generación en generación, y para que reconozcáis que yo soy Yahvé, el que os santifico" (Ex. 31. 13)
   Cuando se organizó el Templo en tiempos de Salomón, el sábado fue el día de los sacrificios. Los que vivían lejos comenzaron a tener cierto culto. Las sinagogas, que surgieron solamente después de la cautividad, hicieron del sábado además el día de descanso, el día de la plegaria y el día de la comunidad.
   En el Nuevo Testamento se habla del Sábado 69 veces, 16 de ellas poniendo el término en labios de Jesús y en un contexto de discrepancia con los fari­seos. Y Jesús dejó muy claro que era "Señor del sábado" (Mt. 12.8; Lc. 6.5; Mc. 2.28). Por lo tanto se declaraba por encima del sábado. "El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado" (Mc. 2.27).
    En este punto los cristianos fueron donde primero comprendieron que su mensaje ya no era defender un día de santidad sino mucho más: una vida de santidad y de todos los días.
   San Pablo menciona el Sábado entre las prácticas que no son ya obligatorias para los cristianos (Col. 2. 16; Gal. 4. 9-10; Rom. 14. 5). Y pronto se comenzó a celebrar los encuentros religiosos el primer día de la semana, recordando la resurrección del Señor (Hch. 20. 7; 1 Cor. 16., 2) y pronto ese día fue el sustituto del sábado y proclamado el Día del Señor
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