Sacramentalidad
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      Se entiende por tal la dimensión sensible que tienen las realidades espirituales. No hay que olvidar que el hombre no es espíritu puro y que Dios ha hecho al hombre con cuerpo y alma.
   Por lo tanto hay que entender, aceptar, admirar y agradecer la dimensión sacramental de todo lo espiritual, ya que responde al plan de Dios
  Supuesto este principio será fácil descubrir algunos aspectos o expresiones que con frecuencia empleamos. Podemos citar lo que más tienen que ver con el educador de la fe y con la educación cristiana.
  1. Sacramentalidad de la Iglesia. La Iglesia es sacramento. El concilio Vaticano II resaltó esta dimensión decisiva en su documento más doctrinal "La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea un signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano." (Lumen Gentium 1)
   El hecho de ser signo ante los hombres hace que la Iglesia, es decir la comunidad de los cristianos, se deban esforzar por ser imán que atrae, espejo que refleja, camino que se ofrece, mensaje que se brinda desinteresadamente.
   Cristo es conocido por la Iglesia, Cuerpo Místico, que tiene por misión anunciar el Reino de Dios a todos los hombres.
   2. Sacramento de la Palabra. La mayor fuerza santificadora la tiene la misma Palabra divina, encerrada en la Escritura Sagrada, pero latente en el corazón de los creyentes que la descubre y la aceptan. El sacramento de la palabra divina tiene eficacia por sí mismo, pero se desarrolla por la palabra humana: la predicación, la plegaria comunitaria, el buen consejo, la consolación, la formación cristiana, la catequesis, la proclamación del misterio cristiano.
   3. El apostolado se desarrolla después de recibir la Palabra divina y descubrir que ese don tiene que llegar a todos los hombres. Enseñanzas fraternas, obras de misericordia, defensa de la justicia, atención a los pobres, cualquier acción de la caridad fraterna, tiene cierto sentido sacramental. Son acciones humanas a través de las cuales Dios actúa.
   Los hombres descubren a Dios por medio del amor fraterno. La gracia divina llega a los hombres por medio del testimonio de los cristianos.
  4. La plegaria, de manera especial la comunitaria, a la que se llama litúrgica cuando es la Autoridad de la Iglesia quien la organiza para que los cristianos se unan en la oración común, es un sacramento de fe y de amor.
   5. La vida cristiana es un sacramento. Se entiende por vida cristiana la que se lleva mediante el trabajo y la solidaridad cumpliendo con lo que Dios espera de cada uno. Entre las formas de vida cristiana, las que se convierten en testimonio singular de amor: religiosos, misio­neros, catequistas, son verdaderos sacramentos, que significan cauces de gracia divina y formas de amor fraterno.
   Algunos signos de éstos son heroicos y fueron gestos que siempre la Iglesia admiró desde los primeros tiempos: por ejemplo el martirio, la virginidad, la vida contemplativa, la pobreza, entre otros.     (Ver Notas de la Iglesia 1.2)