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Gesto, palabra o signo de acercamiento personal a una persona conocida o desconocida. En cuanto relación interpersonal, se presentó siempre el saludo como un signo de amistad y de caridad, de cortesía y de solidaridad.
En la Escritura se habla de saludo al estilo oriental: expresión de buenos deseos ("barat" en hebreo, "aspasmos" en griego). Saludar es desear el bien a la persona a la que se dirige. Sólo al enemigo y al adversario se niega el saludo en virtud de la distancia que con él se conserva y la desconfianza que inspira.
Los saludos han variado con los pueblos tanto en gestos (besos, estrechamiento de manos, inclinaciones) como en palabras alusivas a la paz (orientales), a la salud (romanos), a la prosperidad en otros países.
Los saludos bíblicos, además de los gestos, suponían las buenas intenciones: "La paz sea contigo" (Jue. 19.20), "La paz sea en esta casa" (Lc. 10.6), "Yaweh te acompañe" (Rut. 2.4.)
Los saludos que el mismo Jesús recomienda (Mt. 10.12; Lc.10.5) y que los Apóstoles practicaron (Hech 18.22 y 21. 7) se acomodaban a sus costumbres orientales. Pablo, que escribe preferentemente para paganos de cultura grecorromana, usaba la forma romana de largas perícopas iniciales usuales entonces.
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