Samaria
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     Provincia o zona central de Palestina en tiempo de Jesús, en torno a la antigua ciudad construida en el campo de Semer (1 Rey. 16.24) y en donde se formó la Capital de las diez tribus que formaron el Reino de Israel.

   Tal vez se denominó así por la colina en la que estaba asentada la fortaleza y luego ciudad, que el rey Omri compró a Sèmer por sesenta kilos de plata (2 Rey. 16. 23-24) y en donde construyó la capital de su reino hacia el 885 a C, capital que llegó a ser amplia y casi inexpugnable.
   En el 721, siglo y medio después, fue arrasada por los asirios después de tres años de sitio. Sus habitantes fueron llevados a la cautividad, de donde nunca volvieron. En su lugar los dominadores trajeron habitantes mesopotámicos idólatras, que fueron asumiendo la religión israelita pero mezclada con supersticiones y errores, sobre todo por la helenización impuesta por Alejandro Magno en el 331, cuando la conquistó. La judaización fue obligada por Juan Hircano, que la anexionó a su reino en el 107 a de C. Herodes la restauró y embelleció y denominó Sebaste (en honor a Augusto).
    Los judíos siempre miraron con des­precio a los samaritanos y ellos respon­dieron con rivalidad. Decir "samaritano" en tiempo de Jesús era insulto (Jn. 8.48). Pasar por su territorio camino de Jerusalén era arriesgado (Lc. 9. 52-54). Jesús, sin embargo, viajo por territorio sa­maritano y puso ejemplos de figuras samaritanas en los que resaltó su parte buena: interés por la verdad en la conversación con la samaritana (Jn. 4. 3-42) y compasión admirable en la parábola del buen samaritano (Lc. 10 30-37)
    El primer cristianismo prendió pronto en la ciudad (Hech. 1.8 y 8. 5-17)