Siete
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        Número sagrado en muchos documentos y creencias del Oriente, tal vez por ser siete el número que cuatro veces se repite en el período lunar. Por eso la semana es la base de la contabilidad caldea o babilónica. La Biblia se hace eco con abundancia de esta visión septenaria: siete días de la creación, siete espíritus ante Yaweh, siete brazos en el candelabro del templo (Ex. 25.31-37), siete los ojos de Dios (Zac. 4.10)
  En cuanto número simbólico de perfección y totalidad, también se emplea con frecuencia en textos del Nuevo Testamento: Mt. 16.10; Mc. 8.20; Lc. 11.26; Lc. 17.4; Hech. 6. 1-6. Hasta en un centenar de veces se habla de siete: siete espíritus (Mt. 12.45), siete panes (Mt. 8. 5), siete hermanos (Mt. 12.20), siete años (Lc. 2.36), etc.
   Y pasaría  ese sentido septenario a la Iglesia: siete sacramentos, siete dones del Espíritu santo, siete obras de misericordia, siete virtudes cardinales y teologales, etc.
  Con todo es bueno recordar en la educación religiosa de los cristianos que no es bueno aferrarse a las matemáticas cuando de misterios religiosos se trata. El atarse al numero, siete, doce o cuarenta es un símbolo oriental hermoso, pero lo espiritual supera lo mensurable.