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Carencia de compañía o de relación natural con otras personas. En la medida en que tal situación es una imposición constituye una lesión a la naturaleza humana, que es social por sí misma. Pero con frecuencia, en la piedad tradicional de la Iglesia, se buscó la soledad o aislamiento como ascesis, como penitencia o como condición para mayor y más plena dedicación a la oración y a la contemplación de las cosas divinas.
Evidentemente la opción de la soledad, por sí misma no puede ser considerada como valor cristiano, al no ser conforme a la naturaleza. Quien la elige por desprecio a lo hombres (misantropía), por timidez o por despecho no realiza ningún acto piadoso. Quien hace de la soledad una plataforma de servicio a Dios y a los hermanos descubre su verdadera dimensión al servicio del Evangelio.
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