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Literalmente alude a invitación a algo o a reclamo de algún servicio. En el lenguaje moral y canónico suele estar cargado de significado sexual, de modo que la solicitación equivale a la invitación a la acción inmoral. Por extensión se tiende también a considerar solicitación la comisión de algún delito, robo, violencia o rebeldía, aprovechando el ascendiente religioso del ejercicio ministerial.
El que aprovecha su carácter y ascendiente sacramental o el ejercicio de la confesión para realizar la tal solicitación incurre en penas que llegan hasta la excomunión. (C.D.C. c. 1387) La razón se halla en la violación del carácter sagrado del acto religioso para obtener por su medio algunos fines ajenos e inmorales.
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