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Acontecimiento o resultado favorable que, dentro de las posibilidades, resulta conforme a los propios deseos o conveniencias. Es equivalente a causalidad, azar, fortuna, buena ventura.
Es un lenguaje frecuente en nuestros entornos sociales y en nuestras tradiciones. Pero será bueno al educar al cristiano el insistir en que, para Dios, no hay azar ni casualidad. Las cosas acontecen porque, como Ser Supremo, El las quiere o las tolera.
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