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Personas que tienen una capacidad muy superior a lo normal en diversos aspectos, aunque preferentemente se hace referencia con el término a los aspectos intelectuales.
Los primeros estudios técnicos sobre este tipo de personas fueron realizados por L.M. Terman y por Merril, así como por F. L. Goodenaugh, que coincidieron en considerar como tales a los ofrecían en las pruebas psicométricas coeficientes superior a 130. Los rasgos de los superdotados se sintetizan en su elevada capacidad de abstracción, solución rápida de problemas, expresividad precisa, clara y bien estructurada, riesgo de autosuficiencia y de impaciencia ante los demás, fácil refugio en sus cualidades brillantes en la vida académica.
Hay una superdotación sectorial, que se manifiesta en la singular capacidad para determinadas operaciones: música, pintura, actividad corporal, informática, etc. sin que se asocie a una elevación intelectual o verbal.
Los superdotados plantean determinadas peculiaridades pedagógicas debido a su riqueza mental y verbal. Se manifiesta en todos los campos y reclama una mayo dosis de contenidos y la necesidad de buscar cauces expresivos que atienden a sus energías abundantes. Es recomendable en educación orientar el potencial de los superdotados a fomentar actitudes sociales de colaboración que los aleje de la tentación egoísta, de la arrogancia o de la pereza, so pretexto de su fácil solución de problemas. En lo referente a la educación religiosa hay que tenerlo también en cuenta en cuanto a conocimientos, ya que las actitudes, los sentimientos y los comportamientos pueden ofrecer situaciones de normalidad, incluso riesgo de deficiencias éticas o espirituales, si sus actitudes o sentimientos no acompañan sus aptitudes mentales
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