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Habla confusa y perezosa, repetitiva y poco suelta. Se manifiesta sobre todo por la repetición de sílabas y los bloqueos fáciles ante algunas de ellas, sobre todo bilabiales y guturales, dan impresión de inmadurez, por lo que es frecuente en los niños pequeños, al menos hasta los cinco o seis años.
Tiene muchas manifestaciones y variedades y, como procede de la inmadurez, el tiempo se encarga de que se desarrolle más soltura, seguridad y precisión expresiva.
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