Templarios
      [947]

 
   
 

      
    Orden militar medieval, la primera orden cristiana de guerreros nacida para luchar contra los mahometanos. La leyenda recogió que fue constituida junto el "Templo " de Jerusalén por los cruzados, en el año de 1118. Fue la primera Orden militar, a la que luego seguirían otras en diversas naciones de Europa. Al rescatar Jerusalén, muchos cruzados regresaron a Europa. Balduino II, rey nombrado de Jerusalén, vio que era preciso un cuerpo firme de defensores. Pidió al caballero de Champagne, Hugo de Payens y a ocho compañeros que se organizaran en Orden religiosa y defensora y que hicieran voto de ser fieles a la empresa. El Patriarca de Jerusalén aprobó y recibió los votos de estos caballeros.
Su título primero fue el de "pauvres chevaliers du temple"
   Se dedicaron a defender a los peregrinos cuando salían de Jerusalén para ver el Jordán. Fueron creciendo y los dones de los reyes les fueron haciendo cada vez más ricos y poderosos.
   En el Concilio de Troyes de 1128, en el que estuvo presente S. Bernardo, se les exigió aceptar la Regla de S. Benito. Vistieron el hábito blanco de los cistercienses, con una cruz roja en la capa y en el pecho. Ante la abundancia de jóvenes que se integraron, se hicieron cuatro categorías: caballeros con arma y caballo; escuderos con armas; granjeros y cultivadores de bienes para la vida; capellanes para la oración y los sacramentos.
   Los favores espirituales y los bienes ma­teriales le llegaron en abundancia. Los papas los colocaron bajo su autoridad directa y protección.
   Pronto surgieron conflictos con diversas autoridades y los templarios comenzaron a ser mirados como sospechosos de acumulación de riquezas, de manejo de poderes ocultos y sobre todo de peligro para los monarcas absolutistas como solían ser los medievales
   En Francia llegaron a tener once alguacilazgos con 42 comandancias; en Palestina adquirieron muchas posesiones arrebatadas a los mahometanos. En España y en Portugal fueron objeto de muchos privilegios. Por todas partes construyeron castillos y defensas, guardaron tesoros en sus centros que se depositaban en ellos para que no fueran arrebatados por los ladrones.
   Unieron la fuerza del guerrero y el espíritu del monje, de modo que el escri­tor Jacques de Vitry decía de ellos: "Son a su vez leones de guerra y corderos del hogar; rudos caballeros en el campo de batalla, monjes piadosos en la capilla; temibles para los enemigos de Cristo, la suavidad misma para con sus amigos." Se calcula que, en los dos primeros siglos de su existencia 20.000 templarios murieron en los campos de batalla.
   La riqueza que fue acumulando la Orden fue la causa de su desgracia y destrucción. En París y Londres corrían leyendas de que sus templos eran depósitos de tesoros secretos. La Orden de los Hospitalarios de Jerusalén, que se hizo militar, fue su principal adversaria en los tiempos en que el temible Saladino atacó al débil Reino Latino. Se intentó por San Luis de Francia en 1274 y por el Papa Nicolás IV en 1293 fusionar las dos Ordenes militares, pero no fue posible.
   El rey francés Felipe el Hermoso, nieto de S. Luis, fue el que determinó apoderarse del poder, de la riqueza y de las propiedades de los templarios. Entabló un proceso con el consentimiento del Papa francés Clemente V. Se centro el  proceso en la acusación de herejes y se detuvo el mismo día a todos los Templa­rios del reino: el 13 de octubre de 1307.
   Una vez presos fue fácil condenarlos con las acusaciones más inverosímiles: que escupían a la Cruz, que negaban a Cristo, que practicaban la sodomía, etc. y el reconocimiento de sus delitos mediante la más injusta de las torturas.
   En Francia el Rey se apoderó de la mayor parte de las riquezas. Muchos templarios sucumbieron en la tortura en Portugal, España, Alemania y Chipre. Con todo en el Concilio General de Viena, en el Delfinado, el 16 de octubre de 1311, la mayoría fue favorable al mantenimiento de la Orden. Pero el Papa decretó la disolución, no la condenación de la Orden; y no por sentencia penal, sino por un Decreto Apostólico (Bula del 22 de marzo de 1312).
    Las propiedades de los templarios fueron entregadas en muchos sitios a las otras Ordenes militares, sobre todo a sus rivales los Caballeros Hospitalarios, salvo en Francia que se incautó la corona y en Portugal y Aragón que pasaron a las Ordenes militares nacionales: la Orden de Cristo en Portugal y la Orden de Montesa en Aragón.
   Los Templarios fueron disueltos: unos pasaron a otras Ordenes, otros fueron al estado secular. El Gran Maestro se proclamó inocente y declaró inocente a la Orden antes de morir quemado a las puertas de Ntre. Dame de París, con varios auxiliares suyos. Como el Papa y el rey Felipe fallecieron al cabo de muy poco tiempo, corrió la idea de que era un castigo divino por uno de los más reso­nantes atropellos jurídicos cometidos por un papa y por un rey, que se había hecho llamar por la Universidad de París "Defensor de la Iglesia".