Templo
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    Edificio dedicado al culto de una divinidad, mediante la reunión de los seguidores o adeptos y la realización de sacrificios, la ofrenda de plegaria, la escucha y meditación de mensajes religiosos. Las ceremonias o acciones cultuales imprimen al templo un carácter comunitario. Pero la misma dedicación para un destino religioso es lo que convierte al edificio en algo religioso, teñido de aureola espiritual y sobrenatural.
   Todas las religiones han tenido lugares de culto, más o menos ricos o cuidados, pero siempre fruto de la actuación de los miembros de cada creencia, secta o religión. Depende del concepto de templo en cada creencia para determinar el tipo de actuación en su interior o en su entorno. Pero siempre se da al templo un valor singular en cuanto lugar de encuentro con la divinidad: oración, meditación, protección, compromisos, etc.
   También el templo se halla vinculado a la persona del sacerdote o ser humano consagrado para un ministerio relacionado con la divinidad.
   Tal vez los hombres primitivos desarrollaron sus sentimientos religiosos o  proyección trascendente desde la cumbre de los montes, el silencio de los bosques o el secreto de las cuevas. Pero desde la más remota antigüedad se conoce la edificación específicamente destinada a la conexión con la divinidad.
   Luego la evolución fue dando inmensidad de estilos y de formas, que rivalizaron en expresiones estéticas y suntuarias, desde la perspectiva de tener satisfecho al dios respectivo con los ritos, ofrendas y sacrificios que en el templo se fueron realizando.
   Las formas variaron según los estilos culturales de cada población. Los egipcios hicieron edificios esbeltos de pasillos estrechos, pues nunca supieron usar la bóveda. Los babilonios elevaron platafor­mas y en la superior pusieron el observatorio o lugar sagrado para la divinidad. Los griegos edificaron en diversos estilos de recintos cuadrados en las que pusieron altares para los ritos y sacrificios o también para el depósito de las ofrendas. Los templos de los pueblos de Europa se caracterizaron por el altar de los sacrificios.
    Los grandes templos en la antigüedad incluían habitaciones de los clérigos, sanatorios par enfermos, salas de dones y tesoros, en ocasiones lugares para el estudio de las escrituras sagradas.
    Las sinagogas judías no son templos, pero actuaron históricamente de tales y allí se fue a rezar por la restauración. El único templo judío, dedicado al único Dios aceptable fue el edificado en Jerusalén por Salomón. Constaba de un atrio para los sacerdotes ante una cámara santa, en la que se pensaba residía la divinidad. Destruido por los babilonios, fue reconstruido a la vuelta de la Cautivi­dad. Herodes el Grande lo reedificó con majestuosa riqueza. Destruido en el 67 por los romanos, nunca más volvió a rehacerse.
   Las mezquitas islámicas fueron lugares de culto, pero incorporaron habitualmente cierta función política y cultural. La cultural se desarrolló en las "madrazas", o salas anexas al lugar de culto, donde se fueron potenciando las ciencias, las artes y las leyes.
   Las iglesias cristianas surgieron desde los primeros siglos, a medida que las persecuciones fueron dejando a las co­munidades organizarse. Los estilos cris­tianos de Oriente y Occidente han sido variados: paleocristiano, ortodoxo, griego, oriental, románico, gótico, renacentista, barroco, modernista. A veces han sido pequeños y familiares, como las capillas, y en ocasiones han sido grandiosos y solemnes, como las catedrales.
   En el lenguaje cristiano el templo no es solo un lugar para cumplir un rito, sino un estimulo o signo que recuerda la presencia de Dios e invita al desarrollo de la caridad, al ejercicio de la plegaria e inclu­so a la profundización del Evangelio.
   En la Historia se ha desarrollado la idea de plegaria y sacramentos y desde ella se han construido los templos. En los tiempos recientes se recupera necesariamente la invitación a la expresión de la caridad y de la fraternidad y también se atiende a la educación religiosa de los diver­sos miembros de la comunidad que lo frecuentará. Evidentemente que de la concepción que se tenga del templo se derivan las consecuencias arquitectónicas e incluso los aditamentos ornamentales y los modelos constructivos.