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Misterio eucarístico consistente en el cambio de sustancia en las especies eucarísticas. La sustancia de pan se transforma en el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesús, es decir en Cristo Dios y hombre en pleno. Y la sustancia de vino por igual queda convertida el mismo Cristo entero y pleno: cuerpo, sangre, alma y divinidad.
No se debe explicar con conceptos físicos esta realidad metafísica, espiritual y real. No se deben buscar cambios sensibles en el pan y en el vino, en los accidente o formas sensoriales, que siguen siendo igual que antes de la "transubstanciación": almidón e hidratos de carbono en forma de harina hecha pan; agua, azúcar y alcohol en forma de vino. Pero la realidad es que allí no hay pan ni vino, si no el cuerpo y la sangre de Cristo entero y perfecto.
Esto se cree por la fe, no por el sentido. Y se sabe por la revelación y por la enseñanza de la Escritura, de la Tradición, del Magisterio y de la Comunidad creyente. Y se acepta por la fe. De poco vale la razón y la ciencia para explicar y entender el misterio eucarístico.
Las explicaciones de los teólogos han sido múltiples a lo largo de los siglos y a veces resultaron ingeniosas: simbolización, transignificación, impanación, transfinalización, repercusión comunitaria. Pero siempre han sido ingenuas y pretenciosas: han pretendido explicar lo inexplicable y razonar sobre lo que es pura fe. (Ver Eucaristía)
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