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Tendencia a manifestarse ante los demás con ropas y ornamentos propios del sexo contrario al que somáticamente se posee. Es una manifestación de la transexualidad, si ésta es auténtica. Y es una simple manifestación viciosa y reflejo de la inversión sexual si solo responde a una moda, a un desafío, a un hábito perturbador.
Ordinariamente el travestismo no se refleja sólo en los vestidos. Afecta a los lenguajes y diversiones, a las relaciones sociales, a las preferencias artísticas y culturales. Y es frecuente que vaya aliado con otros desórdenes: búsqueda de satisfacciones afectivas y genitales homosexuales, vínculos sociales restringidos, en ocasiones intereses económicos selectivos, propios de sistemas restringidos de prostitución. Sin que se pueda condenar a priori cualquier síntoma de este tipo, es preciso clarificar sus niveles y expresiones.
Y en todo caso, la educación ante hechos vinculados al transvestismo debe huir por igual de la infavaloración del fenómeno como de la derivación por caminos de burla e ironía, de broma e irreverencia, de juegos distorsionantes que pueden en ocasiones ser el comienzo de caminos de desajuste sexual.
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