Visigodos
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       Pueblo bárbaro que construyó el más importante de los reinos del sur de Europa, una vez que fue arrinconado en la península ibérica, aunque su dominio llego a ser tan amplio que llegaba desde Dalmacia a los terrenos del Ebro. El nombre indicaba ya que eran los godos del Oeste (en alemán, west, oeste).
   Comenzó su expansión en el siglo IV, pero en el VI se organizó en Hispania, a donde penetró en el 416, con consentimiento de Roma, de cuyo imperio los visigodos eran federados. Incluso fueron llamados para luchar contra los otros bárbaros (suevos, vándalos y alanos). Terminaron dominando la situación y la capital de su reino se colocó en Toledo, desde donde dominó hasta el 711, año en el que se produjo la invasión mahometana y el reino desapareció.
   El principal rey visigodo fue Leovigildo (568-586) que extendió su dominio hasta la Bética. Religiosamente eran arrianos, por influencia cristiana adquirida en Oriente. Su hijo Hermenegildo, gobernante en la Bética fue quien pretendió sustituirlo por la dependencia de Roma. Se sublevó (579), pero murió al ser apresado. Su otro hijo Recaredo en el III Conci­lio de Toledo (589).
   Las leyes promulgadas por Recesvinto  en el Liber Iudiciorum (65­4) unificaron jurídicamente a godos e hispanorromanos. El gobierno quedó mediatizado por los concilios de Toledo, el IV de los cuales (633) hizo la monarquía hereditaria, naciendo una corte animada por los nobles (conde, duques, marqueses) que aceleraron la destrucción del reino con sus rivalidades y a veces traiciones. El último rey visigodo, Rodrigo, fue derrotado y muerto por los musulmanes en la batalla de Guadalete (711) y con él desapareció el reino de Toledo.
   La mezcla entre el poder político y el religioso fue un rasgo negativo de este reino. La Iglesia fomentó la cultura casi en exclusiva. La figura sobresaliente fue la del Obispo de Sevilla, San Isidoro  autor de las Etimologías y de otros muchos escritos.