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Entre los aztecas, fue el dios del lucero de la tarde, que era el encargado de arrastrar al sol hacia las tinieblas nocturnas. Su nombre, en náhuatl, significa perro o animal, pero también gemelo.
Se le presentaba con figura deforme y con los pies torcidos hacia atrás. También se presentaba como un esqueleto con el sol a cuestas o como un perro muerto con una flecha en el hocico.
Según la visión de los toltecas, era el doble de Quetzalcóatl durante su estancia en el mundo subterráneo.
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