Yahveh
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      Nombre propio de Dios en el Antiguo Testamento, que se asocia a la teofanía del Sinaí, (Ex. 3. 14-15). En el hebreo, el término está formado por las consonantes YHVH o YHWH, con las vocales muy tardíamente incorporadas (siglo II por los masoretas). Se duda cuál pudieran ser los fonemas originales, ya que el nombre era sagrado y los israelitas no lo pronunciaban por respeto.
   Debido a textos paralelos (Ex. 20. 7 y Lev. 24. 11), el nombre se sustituía por "El Señor" (Adonai) y se sospecha que la pronunciación del mismo se hacía con los fonemas vocálicos, los cuales completaban la grafía de "YHVH".  Los traductores del hebreo posterior añadieron así las vocales y solían reproducir la expresión Jehová o Yahvé.
   En las Iglesias orientales, más cercanas al hebreo antiguo, se solía transcribir por las formas hoy usuales de Yavé y Yaó, o las formas abreviadas del hebreo de las palabras Yah (Salm. 68. 4) y Yahú (o Jahú) en nombres propios, siendo múltiples las variedades compuestas.
   En su sentido etimológico se suele identificar con la tercera persona del singular, imperfecto, del verbo havá (o hayá), que es el verbo ser, estar o existir, sin que exegéticamente sea seguro que ese fue el alcance de quienes perfilaron el relato teofánico del Exodo. Abundan las interpretaciones que aluden a otras etimologías: "el inspirador", el "iluminador" o bien simplemente "el que se comunica", sin aludir al concepto metafísico de ser, "el que es", "el que existe".
   Se suele transcribir ese relato por la traducción que aparece en los LXX y que luego recogería la Vulgata: "Yo soy" me envía a vosotros" o también "El que es" me envía a vosotros".  Al margen de las explicaciones actuales, lo indudable es que fue el nombre más sagrado de los que se atribuyeron al Dios de Israel.    (Ver Dios. Nombres)