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Línea imaginaria en la esfera celeste, que simula la elíptica o trayectoria aparente del Sol en la bóveda del universo. Se concibió al principio como zona cósmica por la que caminaban el Sol, la Luna y los cinco planetas conocidos en la antigüedad (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno). Se consideraba como un campo espacial dividido en 12 zonas de 30 cada una. Esas zonas recibieron un nombre y se representaron por un nombre, los llamados signos del zodíaco, que aluden a una de las constelaciones situadas en sus límites en el siglo II a.C.
Esos nombres son: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Esas constelaciones se mueven en un ciclo de unos 26.000 años por lo que algunas de las primitivas localizaciones de las constelaciones han variado ya algo desde entonces. Por ejemplo Aries se halla hoy en la constelación Piscis.
Las primeras observaciones de estos grupos estelares se dieron en Mesopotamia hacia el año 2000 a.C. Los griegos adoptaron sus símbolos y los divulgaron. Los egipcios y los chinos hicieron sus cálculos y originaron nuevas nomenclaturas. Por ejemplo los chinos prefirieron nombres animales: rata, buey, tigre, dragón, serpiente, caballo, oveja, mono, gallina, perro y cerdo.
Las creencias y sospechas antiguas se han mantenido curiosamente y se han convertido en supersticiones y mitos en los que hoy todavía creen muchas personas menos cultas. La influencia de los astros sigue siendo una creencia popular y las consignas del signo al que cada uno pertenece por su nacimiento alimentan la fantasía de adivinos y nigromantes, llenando páginas en calendarios y revistas, que provocan cuando menos la hilaridad de las personas cultas, sean creyentes o simplemente científicas.
La extensión de estas supersticiones astrales es tal que todo educador cristiano debe informar y formar sobre ellas a sus educandos, ya que ellos se van a ver influidos por comentarios al respecto.
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