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   Suicida japonés que en la II Guerra Mundial  sacrificaba voluntariamente la vida como soldado en lucha. Ordinariamente el  sacrificio se hacía para conseguir más eficacia en su operación de ataque,  por ejemplo mediante el gobierno directo de un torpedo marino que inevitablemente  daba en el blanco y lazándose con avión lleno de explosivos sobre un blanco  determinado. 
     Después se ha ido repitiendo este tipo de  actitudes, de manera especial en los ambientes mahometanos,  atribuyendo al acto de suicidio un valor de  martirio religioso (mártires de Alá) 
     Difícilmente ninguna otra religión objetivamente  interpretada tolera la acción. Se puede  justificar el suicidio indirecto en ética natural, cuando se persigue un objetivo  lícito y como efecto no querido se produce una consecuencia no deseada (la  muerte). Pero es injustificable en conciencia la propia muerte como un acto de  venganza. Y menos se puede asumir esa acción cuando otro la promueve,  manipulando la conciencia religiosa del suicida, caso frecuente en los grupos  integristas mahometanos o en algunas sectas destructivas
       
        
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